Aquella mañana cuando se miró al espejo pensó que no estaba nada mal para su edad, que tenía suerte; el amor a su cuerpo era tal que olvidó el tiempo que pasaba mirándose en los diez aumentos del cristal. Cincuenta parecían treinta y así quería seguir; en su ADN estaba su suerte.
El día que el espejo se le cayó de las manos, acabó con esa cadena mágica y se odió a si misma por interrumpir su fortuna por una casualidad que no podía soportar mirar.
(25x25x4) Trozos de espejo roto sobre cartón.
Enmarcado en vitrina blanca.
(NO DISPONIBLE)
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Puedes leer la historia del The Superlove Hurts Num.3 aquí.
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